1 mar 2013

Piercing

Me gusta el piercing.De hecho, si no fuera así no llevaría uno en el clítoris: una barrita cuyos extremos atraviesan ese pedacito de mi intimidad tan sensible.

En un principio tuve miedo, pero el atrevimiento y el potencial de más placer que esa operación conllevaba me decidió a hacérmelo.

Los primeros días lo noté mucho la sensibilidad de esa zona creció de forma bárbara, puesto que el simple roce de las braguitas ya bastaba para sentir que mi clítoris estaba alerta. Con el tiempo se calmó, y se ha convertido en un excelente compañero de juegos, puesto que la chica o chico (sobretodo estos úlimos) ya saben donde tienen que entretenerse con la lengua y los labios.

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