17 feb 2013

Catwoman (III)

Cuando me tocó a mí corresponder a Luda el placer que me había concedido, no me resultó difícil.

El orgasmo que me causó, me dejó tan encendida que me dió mucha energía y me lanzé sobre ella, adoptando, esta vez, yo el rol de felino. Mi lengua recorrió su boca y ella entró en la lucha de lenguas, intentando ser ella quien más penetrara en la otra. Sus labios carnosos fueron una delicia que no me cansaba de besar y sentir.
Bajé por su garganta hasta sus pechos y noté la firmeza que había percibido a primera vista. Por lo que parecía, Luda disfrutaba de una buena lamida de pezones, pues no paraba de pedir en su lengua y en castellano que continuara con mi trabajo. Cuando tuvo suficiente, me pidió que bajara y pusiera mi cabeza entre sus piernas.
Luda tiene un coño... "compacto", es decir, que no sobresale el clítoris, sino que queda encerrado como en una especie de boca. Me gustan este tipo de coños porque al abrirlos parece que se revela un secreto oculto. Me puse en faena moviendo mi lengua sin cesar, notando los espasmos de su placer y escuchando los gemidos ahogados que emitía. Luda es de las chicas que se corren y eyaculan, con lo que noté su explosión de sensaciones cuando me llegó un néctar sedoso y cálido que tenía cierto gusto dulzón.

Después de los orgasmos orales, pasamos a entrelazar las piernas y nos fregamos nuestros coños, mientras nos mirábamos a los ojos una a la otra en desafío, a ver quién causaba más placer. Fue un empate, puesto que las dos terminamos rendidas, abrazadas y llegando al sueño.

Cuando nos despertamos (cerca del mediodía) decidimos que antes de desayunar, antes de tomar un baño (por supuesto que fue juntas), antes de vestirnos, antes de salir a disfrutar de Sitges en Carnaval..., antes de todo, era necesario volver a darnos placer mútuamente. Y así lo hicimos.

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