16 feb 2013

Catwoman (II)

La visión del rostro bellísimo de Luda me dejó medio aturdida y su beso me dejó en un sueño. Me quedé inmóvil, paralizada, por lo que ella tomó la iniciativa y me desnudó, tirando cerca de su vestido de gata mi disfraz de Pocahontas. Tan sólo me dejó hechas las trenzas que había hecho a mi pelo para complementar mi atuendo.
No le importó mi postura erguida para nada y empezó a besar todo mi cuerpo, comenzando por el cuello (me erizaba todo el vello corporal con su cálido aliento), continuando por el ombligo, subiendo hasta los pechos para jugar un poquito con mis pezones (aquí ya reaccioné algo y le acaricié la cabeza mientras lo hacía), girándome sobre mi eje para atacar la espalda y terminar en el culo, donde alternó besos, lametones y mordidas.
Cuando estuve bien caliente, la llevé de la mano a la cama y me tumbé. No fueron necesarias palabras para que me cogiera las rodillas y separara mis muslos para revelarle mi coño. Creo que le gustó el piercing que llevo en el clítoris, puesto que me miró con picardía, musitó algo en lo que creí que era ruso, sonrió y se lanzó a lamerlo. Sentir sus carnosos labios en los míos inferiores y su lengua recorriendo mi clítoris me estremecía de placer y deseaba que esos minutos fueran eternos. Sensación que siempre tengo con un buen o una buena amante.
Al sentir que llegué al orgasmo, levantó su mirada y me miró con la misma mirada que me había sentido antes, pero más cargada de deseo. Entonces, cogí su cabeza entre las dos manos, acariciándola y mesándole los cortísimos cabellos para besarla en la boca y sentir el regusto del placer que me había causado.
No pude hacer otra cosa más que lanzarme a corresponderle.

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