15 feb 2013

Catwoman (I)

Ayer mencioné una chica ucraniana que conocí en Sitges durante el pasado Carnaval. Bueno, es de justicia pararme un poquito más en ella.

Se llama Ludmila, pero me dijo que la llamara Luda. Es una chica de veintinieve años que estudia en Barcelona, con una beca Erasmus. El caso es que al verla quise ir hacia ella, pueslas curvas que marcaba el ceñido vestido negro de cuero eran maravillosas y lo que podía ver de cara, también.

Pero corramos unas horas.

Al llegar al apartamento que había alquilado para el fin de semana de Carnaval, Luda empezó a desvestirse desde abajo, quitándose las largas botas que le llegaban hasta la rodilla. Cuando la conocí, pensaba que las botas le daban más altura de la que ella tenía, pero descalza resultó ser un poco más alta que yo.

Acto seguido se quitó el vestido como si se quitara una segunda piel. Lo primero que reveló fue un cuello estilizado que unía su cabeza con unos hombros bien proporcionados. Después, aparecieron sus pechos: dos preciosas tetas bien formadas, con firmeza, de calibre medio hacia grande y unos pezones con una aureola bien definida pero sin ser grande. Se giró y me mostró una preciosa espalda sin imperfecciones en la piel y con forma de alguien que hace deporte pero sin exagerar. A la espalda, le siguió un culo que, como sus pechos, era firme, de buen tamaño y con una piel muy muy joven. Se giró para sentarse en el sofá y le vi la boca de su entrepierna gracias a la ausencia total de vello púbico. Sentada, terminó de quitarse el vestido mostrando unas muy bien tonificadas piernas.

Una vez el vestido de gata terminó en el suelo, se levantó y se acercó a mí. A tres palmos de mi cara, se quitó la máscara, revelando una preciosa chica de pelo rubio muy corto con unos felinos ojos azules muy claros y una boca bien carnosa que se abría mientras avanzaba hacia mis labios.

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